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miércoles, 20 de abril de 2016

Un punto de empuje

Se resiste el triunfo que amarre la permanencia. Aunque, por lo menos, el Espanyol cumplió una de las máximas del fútbol. Si no puedes ganar porque tu equipo no es superior a tu adversario o te falta pegada, por lo menos no pierdas porque un punto es un punto.
El partido empezó con un Espanyol agresivo en la presión. Abraham robó un balón de oro a Marcelo Díaz en una posición inmejorable para definir solo ante el meta rival, pero el disparo del centrocampista local fue demasiado inocente.
La mala noticia en los compases iniciales fue la pronta tarjeta amarilla que vio Víctor Sánchez y que le impedrirá jugar el viernes en El Insular de Las Palmas. Después, el de Rubí acabó desquiciado porque recibió patadas y golpes a destajo, pero en ningún caso su adversario recibió el mismo castigo. En su favor hay que decir que esa cartulina no le condicionó y fue a por todas hasta el minuto 90.
Con su presión e intensidad, daba la impresión de que el Espanyol estaba desactivando el habitual juego alegre y fluido del Celta. Sin embargo, el equipo vigués demostró su calidad en la primera acción seria de peligro. Orellana centró desde la derecha y Iago Aspas se adelantó a Pau, que salió en falso, para cabecear al fondo de la red. Jarro de agua fría en Corneprat, que anoche registró la tercera peor entrada de la temporada.
Reacción
Por fortuna, el Espanyol no se derrumbó con este mazazo. La reacción fue una buena combinación entre Hernán, Abraham y Diop, que disparó raso y con intención, aunque Sergio estuvo atento. De nuevo un Abraham participativo cabeceó alto un centro de Marco Asensio. Y también asistió a Hernán, que disparó demasiado alto cuando se encontraba muy cerca de la meta olívica. Y por fin apareció la magia de Marco Asensio. En el momento más delicado, controló un rechace en el balcón del área y disparó ajustado al palo con mucha calidad. El balear necesitaba algo así para recuperar su autoestima. Y la prueba es que en la siguiente jugada también intentó el disparo. Grandísima noticia para el Espanyol, que necesita a su futbolista con más talento como agua de mayo. De hecho el balear empezó la segunda parte enchufado, con una jugada en la banda en la que dos adversarios fueron incapaces de quitarle el esférico.
Hernán Pérez realizó otra jugada de mérito, en la que el paraguayo mareó a su defensor Planes y ganó la línea de fondo, pero su centro acabó sin consecuencias. Daba la impresión que el equipo había dando un paso hacia adelante.
De nuevo Orellana, autor del centro del primer gol, la puso con peligro, pero en esta ocasión Nolito cabeceó ligeramente alto. El partido estaba abierto y emocionante, sin un dominador claro. Después, Rubén Duarte se quedó solo en la posición de extremo izquierdo, pero le salió un melón como centro y Gerard Moreno no pudo rematarlo en condiciones. Galca quería el triunfo y retiró del campo a Abraham para dar entrada a Caicedo, pero el ecuatoriano sigue lejos de su mejor forma. Para el Celta, Orellana sacó otro pase de libro para Aspas y Pau se lució con una gran intervención, aunque la acción ya estaba invalidada por fuera de juego. El choque estaba equilibrado, con dos equipos que no concedían tregua sobre el césped.
La segunda parte fue un toma y daca, sin tanto control del centro del campo como en el primer acto, aunque las ocasiones claras brillaban por su ausencia. Y ambos equipos acabaron exhaustos por el esfuerzo, lo que quedó patente en la jugada final de Diop, en la que no encontró ninguna línea de pase y el colegiado decretó el final del choque.
El punto no es malo, sobre todo si se logra dar la estocada final en el estadio Insular este viernes. No será fácil, pero vale la pena hacer los deberes de una vez y respirar. Sobre todo pensando en la visita al Camp Nou de la jornada 37, el último aliciente de la temporada en caso de tener la salvación asegurada.

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