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martes, 20 de agosto de 2013

Reacción Milagrosa Kiko Casilla fue el héroe del partido con sus intervenciones, especialmente una antológica a Cabral con 2-2 en el marcador

En solo 90 minutos, el Espanyol ha sido capaz de desnudar sus carencias y sus virtudes. El grupo tiene problemas en la creación, la aportación de Simao es prácticamente nula, Sergio García está fuera de su mejor forma y no encuentra tantas opciones para asociarse (le está costando adaptarse a la ‘nueva vida’ sin Verdú). Por contra, este equipo jamás baja los brazos y cree en sus posibilidades (no tiró la toalla cuando el 2-0 parecía definitivo). Además, Thievy ha regresado con hambre y llama con fuerza a la puerta de la titularidad. Y es que el Espanyol es un equipo de contrastes, algo que se percibe de forma constante. En los primeros compases del partido, Pizzi se inventó una bicicleta de fantasía pero su centro no encontró rematador. Y en esa misma jugada se quejó con ostensibles gestos de dolor, haciendo temer lo peor mientras era atendido. Por fortuna, se recuperó milagrosamente. Pese al susto, el partido había empezado de forma esperanzadora. David López empezaba a birlar balones y a desquiciar a los centrocampistas rivales, caso de Krohn Dehli, que le hizo una dura entrada al de Sant Cugat del Vallés merecedora de tarjeta. El Espanyol presionaba bien arriba y robaba, pero el Celta empezaba a llegar con mucho peligro por mediación de un Charles que destilaba peligro cada vez que tocaba el balón. Así las cosas, el primer disparo perico entre los tres palos no llegó hasta el 37. Era un centro de Simao que bajó Pizzi y que Stuani remató a las manos de Yoel. La réplica fue un centro-chut de Augusto que obligó a lucirse a Casilla con un vuelo imposible cuando el balón se colaba por toda la escuadra. La respuesta fue un buen contragolpe del Espanyol culminado con Sergio García, que disparó al palo corto con poco ángulo, pero que obligó a lucirse al portero local. Y en ese intercambio de golpes salió beneficiado el Celta. Krohn-Dehli se inventó un pase de cuchara al espacio que superó por alto a Héctor Moreno y que encontró destinatario en Álex López, que definió muy bien, cruzando el balón ante la salida de Kiko. El Espanyol se fue al descanso desinflado. Y en la segunda parte no solo no mejoraron las cosas, sino que empeoraron. En la primera jugada, otro centro de Krohn-Dehli pilló despistada a la pareja de centrales y Charles cabeceó sin oposición al fondo de la red. El delantero brasileño estuvo a punto de marcar otra vez en la siguiente jugada pero, cuando más débil se sentía el Espanyol, Víctor Sánchez recogió un rebote en la frontal y envió el balón a la red gracias a un buen disparo. Un tanto para la esperanza. Y tuvimos que esperar hasta el minuto 63 para ver al verdadero Sergio García. Primero con un gesto técnico exquisito para romper la cintura a sus marcadores y después con un excelente servicio a Thievy, que obligó a lucirse a Joel. El tanto de Víctor y la entrada de Thievy le estaban dando vida al Espanyol. Pero el equipo estaba demasiado expuesto y el Celta tuvo hasta tres claras ocasiones de gol. Un Krohn-Dehli demasiado suelto hizo lucir a Kiko, lo mismo que Augusto y Rafinha, que entró hasta la cocina ante la pasividad de la zaga espanyolista. Golpe de fortuna Y ocurrió lo inesperado, a tenor de lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego. Javi López se zafó de su adversario y tuvo la lucidez de inventarse un pase al espacio que Thievy aprovechó de maravilla. Con 2-2, y al más puro estilo Aguirre, el técnico sacó a un delantero del campo (Sergio García) para apuntalar la defensa con un tercer central, Raúl Rodríguez. De este modo, Thievy quedaba como única referencia en punta. Pero el peligro celeste no cesaba. Un cabezazo de Cabral que llevaba el sello del gol lo sacó Kiko Casilla con un paradón antológico, sobre todo si tenemos en cuenta que el balón se había envenenado con un bote traicionero. Incluso el Espanyol tuvo la opción de ponerse por delante en dos acciones a balón parado. Sobre todo en la del minuto 90, cuando Simao botó un saque de esquina y Stuani cabeceó un balón que salió lamiendo el palo.

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