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jueves, 14 de mayo de 2009

la memoria del perico


Como pasó el domingo contra el Atlético, pero a gran escala: sentimientos enfrentados, sabor agridulce y euforia combinada con profunda decepción. En el Calderón sucedió porque, pese a perder, el Espanyol seguía igual en la clasificación, cuatro puntos por encima del descenso. Pero antaño las historias de amor-odio fueron otras, justo las que el equipo trata de evitar esta temporada consiguiendo los tres puntos contra el Athletic: esas salvaciones en el último instante de la jornada final, con la guadaña acechando el cuello de todos los pericos. En fin, el Espanyol quiere derrotar al Athletic para certificar la permanencia y dejar de sufrir o, al menos, para no jugárselo todo a una carta como terriblemente ocurrió en 2004 y 2006.
La primera de aquellas noches de cuchillos largos se remonta al 23 de mayo de 2004. Sí, la aciaga temporada de Javier Clemente y del entonces mesías Luis Fernández. Nadie mejor que la hinchada blanquiazul conoce aquella historia, como tantas otras. El Espanyol dependía de sí mismo, pues milagrosamente había salido del descenso la semana anterior, tras un sinfín de jornadas condenado. Así, con una trayectoria similar a la del presente curso, se tuvieron que esperar 71 minutos para que Raúl Tamudo anotase el gol de la permanencia, que también se convertía en su 19º tanto de la temporada. Sólo ocho minutos más tarde, Alberto Lopo sellaba la salvación (ambas asistencias fueron de Iván de la Peña), y daba el pistoletazo de salida de los festejos.
Aquella tarde de domingo, un jugador vivió el encuentro desde el bando enemigo. Luis García fue la bestia negra del Murcia en Montjuïc, el delantero que con un remate al larguero aún con el 0-0 estuvo a punto de aguar la celebración perica. "Siempre recuerdo aquel partido como una experiencia muy dura, resultó difícil luchar contra una afición entregada como la del Espanyol. Incluso se veía cómo apretaban al árbitro y surtía efecto. Fue impresionante", rememora a AS el asturiano, que poco más de un año más tarde recaló en ese mismo estadio, aunque para quedarse.
Luis se acuerda de cómo la hinchada jugaba en su contra. No en vano, el Estadi Olímpic concentró a 51.700 espectadores, cifra sólo superada por la ceremonia del Centenario, en 2000. Algo inferior fueron los 48.950 pericos que acudieron a la misma llamada, la de la salvación in extremis, dos temporadas después, el 13 de mayo de 2006 (hace exactamente tres años y un día).
De nuevo el Espanyol dependía de sí mismo, y recibía a la Real Sociedad en la jornada 38. Otra vez en Montjuïc. Pero ahora ya sí con Luis García como titular de los locales: "Sucedió lo que todos esperábamos, es decir, que ganamos. Pero quizá hubiera sido preferible hacerlo un poquito antes porque el 1-0 fue agónico, insufrible", explica el delantero de esa fiebre del sábado noche. La última de esquizofrenia por seguir en Primera.
En el 91'.
Y, sin embargo, el protagonista frente a la Real fue otro, un canterano que en la anterior experiencia, la del Murcia, apenas acababa de debutar en el primer equipo. Se trata, no lo descubriremos ahora, de Ferran Corominas. Atascadísimo el choque, y con el Alavés ganando desde el 83' (lo que condenaba a Segunda al Espanyol), Coro metió la pierna para marcar el 1-0 en el minuto 91. Gloria bendita y mil lágrimas derramadas. Pero de nuevo demasiado padecimiento.
"Sólo recuerdo esos diez minutos finales, nos veíamos en Segunda y lo pasamos fatal. Sólo pensar en la posibilidad de repetir ese rato me parece fatal. Hace mes y medio sí lo firmaba, pero hoy no", aventura a este periódico Corominas, el hombre milagro desde aquel día e incluso antes, pues participó de la goleada al Zaragoza (4-1), el 12 de abril de ese año, en la final de la Copa del Rey.
El viaje en el tiempo concluye, y este domingo podría hacerlo también el sufrimiento de 2004 y 2006, con una salvación matemática que debería cerrarse antes de que sea demasiado tarde: contra el Athletic. "Ya no podemos dejarla escapar. Lo tenemos cerca. Salvémonos este domingo y no sufriremos otra vez hasta el final", sentencia Coro.
"Tenemos que salir a jugar como si fuera nuestra última oportunidad, sin pensar en que hay más partidos. Cuanto antes nos salvemos, mejor para todos", expone Luis García. La grada también lo cree y espera un aforo excepcional. Ayer, primer día de venta de entradas, se despacharon 2.000.
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